Lun. Oct 27th, 2025

Fotógrafa presenta libro mostrando los márgenes de la ciudad con su lente.

 Tras
desempeñarse en el periodismo Ximena Hinzpeter se ha abocado durante los
últimos 10 años a la fotografía, desarrollando en paralelo relatos escritos.

 La
historia parte cuando, tras muchos años alejada de su padre, se reencuentra con
él para internarlo en un hogar por padecer demencia. 

Entonces toma la cámara
fotográfica que pertenecía a su progenitor y la utiliza como un modo de
procesamiento emocional: 

“En
vez de llorar a un padre ido que regresa cuando todo está perdido, partí con
su cámara a la calle. Me fui detrás de algo que no tenía idea qué era. 

Con
el corazón apretado deambulé por varios sectores de la capital, sin encontrar
lo que andaba buscando”, escribe en su libro La Chimba, del otro lado.
 

Su
búsqueda la ha llevado a recorrer esas zonas opacas donde circulan aquellos que
están en los bordes del poder, especialmente el sector tradicionalmente llamado
La Chimba, que incluye la Vega Central, parte de Recoleta y los alrededores de
Avenida La Paz, donde está el Cementerio General.
 

Allí,
desafiando los peligros de un barrio marcado por la pobreza y el robo, captura
rostros de personas que viven, trabajan, comen, caminan, duermen y negocian en las
calles.
 

Sus
imágenes, crudas y potentes, exacerban los detalles e imperfecciones de las
caras, las diferentes etnias, edades, rasgos, expresiones faciales, tatuajes,
peinados, marcas corporales, vestimentas y atuendos, en un intento por develar
la belleza y la diversidad de lo auténticamente humano, cuestionando los
cánones estéticos que impone la sociedad de consumo.
 

El
suyo es también un gesto de auto identificación con lo marginal y excluido. 

De
hecho, el significado de La Chimba (palabra de origen quechua) es “lo que está
del otro lado”, explica en el libro.
 

“He
descubierto a Ximena Hinzpeter a través de Instagram. Quedé asombrado con su
desparpajo para capturar los rostros de la gente. Es tan inoportuna y
avasalladora su fotografía y su atrevimiento que sorprende”, comenta el
fotógrafo Jorge Brantmayer sobre su obra.
 

Y
la fotógrafa Pin Campaña agrega: “En la obra de la autora está instalado un
amor profundo por el ser humano. Por rescatarlo y darle, aunque sean segundos
de total protagonismo. Acompaña, persigue día a día, año a año.

 Ella elige
el mismo destino de sus retratados y casi parece un acto religioso. Un
compromiso”.

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