El vehículo que acompañó al papa en cientos de viajes pastorales, será equipado con instrumentos de diagnóstico, vacunas, kits de sutura y otros suministros médicos esenciales
El fallecido pontífice Francisco dejó como último deseo que su emblemático papamóvil fuera reconvertido en una unidad sanitaria móvil para atender a niños en la Franja de Gaza, una de las zonas más afectadas por la actual crisis humanitaria, según informó la Oficina de Prensa del Vaticano.
El proyecto confiado a Cáritas Jerusalén antes de la muerte del sumo pontífice, busca prestar atención médica a menores desplazados por el conflicto armado, en un territorio con el sistema de salud colapsado y sin acceso a servicios básicos.
El vehículo que acompañó al papa en cientos de viajes pastorales, será equipado con instrumentos de diagnóstico, vacunas, kits de sutura y otros suministros médicos esenciales.
Una vez que la ayuda humanitaria logre entrar de forma segura a Gaza, el móvil operará con personal médico para llevar asistencia directamente a las zonas más afectadas.
“El papamóvil representa el amor y la cercanía que el papa Francisco mostró hacia los más vulnerables, incluso en medio de la guerra”, dijo Anton Asfar, secretario general de Cáritas Jerusalén.
Por su parte, Peter Brune, de Cáritas Suecia, subrayó que la iniciativa es “una intervención concreta que salva vidas”.Con este gesto, el papa reafirma su legado de solidaridad con los pueblos en sufrimiento. “Los niños no son números. Son rostros, nombres, historias. Y cada uno es sagrado”, decía Francisco, y ahora esas palabras cobran forma sobre ruedas en medio del conflicto.
Francisco falleció el pasado 21 de abril a los 88 años a causa de un derrame cerebral (ictus cerebral) y un colapso cardiovascular irreversible.
El líder de la Iglesia católica fue sepultado cumpliendo su expreso deseo, en la Basílica de Santa María la Mayor —templo al que acudía al inicio y cierre de cada viaje apostólico—, convirtiéndose en el primer pontífice en más de un siglo en no ser enterrado en el Vaticano.
Su tumba, ubicada junto a la imagen de la Virgen Salus Populi Romani, está señalada por una sencilla lápida de mármol blanco.
Mientras miles de fieles le dieron el último adiós en Roma, el mundo católico se prepara ahora para el cónclave del 7 de mayo, donde se elegirá a su sucesor.